Un revuelo se ha presentado en los días previos a esta “Semana Mayor” (2004) por la película “La Pasión de Cristo”. Los conceptos han ido y venido, los programas de opinión se han manifestado, los diarios también han llenado sus páginas. ¿Pero cuál es la opinión de nosotros, los humanistas seculares?
Empecemos por el título. El uso del término “Cristo” hace parte de un adoctrinamiento cristiano, pues significa “El ungido”. El título de “Cristo” o “Mesías” fue tomado por muchos contemporáneos de Jesús. Muchos de ellos cuentan con una base histórica mucho mayor que la de Jesús. Solamente el título terminó asociado a Jesús de Nazareth por dos eventos históricos: La obra misionera de Pablo, quien salvó al cristianismo de ser una secta minoritaria y la conversión de Constantino el Grande en el 313 tras inventar un milagro.
La polémica sobre la sangrienta cinta de Gibson llegó a las Lecturas Dominicales del diario colombiano El Tiempo el 4 de abril de 2004. La visión escéptica estuvo representada por un miembro de la Escuela de Matemáticas de la Universidad Industrial de Santander (UIS), Bernardo Mayorga. El escéptico colombiano al enfrentarse a la pregunta ¿Quién mató a Cristo? Responde “él mismo” y añade:
“Por lo demás, nadie que se ponga a pensar un rato sobre el asunto puede llegar a una conclusión distinta, pues si el Padre es omnipotente, las cosas no pueden salir de otra manera que como él las diseñó en sus juegos caprichosos, incluido el de darse un hijo (¿ese hijo es otro dios?) capaz de experimentar los mismos dolores con que castigó (¡¿Por qué?!) a sus criaturas. Se supone que el “hijo de Dios” debería sufrir colosales padecimientos para lograr por parte del Padre el perdón para los humanos “pecadores” (que el mismo había fabricado así). Esos padecimientos son los que, como “católico fundamentalista”, quiere subrayar Gibson. Por eso nos presenta ahora esta orgía de violencia, él, que es uno de los mejores especialistas del género dentro del violento cine contemporáneo.”
Una excelente lógica. El problema es que la Iglesia ha convertido el cuestionamiento en algo pecaminoso (no solo la Iglesia Católica, por supuesto) y el hecho que una persona se haga las preguntas que Mayorga formula en Lecturas Dominicales hace santiguar a la mayoría de los católicos.
Pero, ¿es la película de Gibson un film histórico? No, en lo absoluto. Si bien el personaje de Jesús existió (note que digo Jesús y no Cristo - lo último es un título religioso) es poco probable que haya vivido de la forma narrada por los evangelios, ya que estos se escribieron después de la muerte de Jesús tras haber sido afectados por la tradición oral que, con probabilidad, adulteraron la versión original.
Los evangelistas - los verdaderos guionistas de la cinta de Gibson, según los sacerdotes católicos - tenían intenciones misioneras específicas. Por ejemplo Marcos escribió su evangelio en Siria (probablemente en el comienzo de los años 70 A.E.C) para romanos cristianos. Estos cristianos se encontraban por aquel entonces sufriendo una intensa persecución por parte de Nerón, quien los usaba como chivo expiatorio. Marcos por lo tanto resalta en su evangelio el sufrimiento de Jesús como un mensaje esperanzador a las congregaciones cristianas.
En el evangelio de Marcos, son los soldados romanos quienes azotan a Jesús. Un mensaje de “solidaridad en la pasión” a los creyentes perseguidos por Nerón:
“Y Pilato, queriendo satisfacer al pueblo, les soltó a Barrabás, y entregó a Jesús, después de azotarle, para que fuese crucificado” Marcos 15: 15
Sin embargo, en el evangelio de Lucas, un evangelio escrito para un público gentil (no judío) lleno de posibles conversos, los soldados que azotan a Jesús no pertenecen a Pilato, sino al gobernador judío, Herodes.
“Entonces Herodes con sus soldados le menospreció y escarneció…” Lucas 23: 11
Obviamente el contexto histórico de la predicación en los tiempos de los escritores de los evangelios afectó la manera como narraron la historia. Bernardo Mayorga en su escrito hace distinción entre el personaje histórico y el mitificado:
“Hay que hacer diferencia entre la persona histórica de Cristo y el Cristo como la figura alrededor de la cual se ha venido formando durante veinte siglos la tradición del cristianismo, en todas sus variantes. Acerca del segundo hay una literatura casi infinita. En cuanto al primero, existe, como se sabe, una única alusión historiográfica, escrita en el segundo decenio del siglo II por Tácito en sus Anales: “Aquel de quien tomaba nombre, Cristo, había sido ejecutado en el reinado de Tiberio por el procurador Poncio Pilato”.
El autor español Pepe Rodríguez ya había notado este vació documental sobre el Jesús histórico en su obra “Mentiras Fundamentales de la Iglesia Católica”:
“Por paradójico que parezca, es obvio que entre los redactores neotestamentarios prevaleció una norma bien extraña: Cuanto más cercanos a Jesús se encontraban menos escritos suyos se aportan al canon y viceversa. Francamente absurdo y sospechoso”
El hecho que los libros del Nuevo Testamento se hayan escrito mucho tiempo después de la muerte de Jesús los hace fuente de contradicciones e imprecisiones. Por poner otro ejemplo, según Mateo, Judas Iscariote se suicidó al ahorcarse, pero previó a esto devolvió (mejor lanzó) el dinero a los principales sacerdotes, quienes compararon el terreno donde éste se suicidaría. Pero según los Hechos de los Apóstoles, Judas compró el terreno donde se suicidaría, y su muerte se produjo por lanzarse y romperse la cabeza.
“…salió, y fue y se ahorcó.” Mateo 27: 5.
“…Y cayendo de cabeza, se reventó por la mitad, y todas sus entrañas se desparramaron.” Hechos 1: 18.
Después de estos ejemplos queda claro que no se puede tomar la Biblia como fuente histórica confiable. Pero si esto es así, ¿Por qué la Iglesia insiste en la muerte de Jesús como un sacrificio redentor? Porque de eso se trata su rol social: proclamarse como administradora de la “salvación” ofrecida por Jesús en el más allá. ¿Pero salvarnos de qué? Ahora viene otro invento: El infierno. Queda claro que la cinta al engranar con el proselitismo religioso católico haya recibido el beneplácito de los sacerdotes católicos.
Bernardo Mayorga toca también esta parte esencial de la redención y pregunta:
¿Fueron los padecimientos de Cristo de tal magnitud que pudieron “comprar” para el Homo sapiens su “salvación”? (…)
…Si juzgamos, pues, por la tradición, Jesús fue una buena persona que no merecía el destinó que le tocó, como probablemente no lo merecían ninguno de los otros candidatos de Mesías -mejor documentados históricamente- que corrieron con similar suerte (algunos de los cuales sufrieron muertes más horripilantes, como son los casos de Bar Kakhba, quien fue desollado en el año 135, y, catorce siglos más tarde, de Jan Beuckelsen, encadenado a una estaca, chamuscado con pinzas calentadas al rojo y deslenguado en 1536, el mismo año que los ingleses amarraron a una estaca, estrangularon y quemaron al gran traductor al ingles de la Biblia (William Tyndale). Pero en fin el que se mete de redentor muere crucificado.
El hecho es que, sin hablar de los demás sufrientes animales, en los casi doscientos mil años que llevamos como especie (exactamente el 99% de los cuales transcurrieron antes de Cristo), millones de seres han soportado dolores físicos y psíquicos tan intensos y de tanta duración, que comparados con ellos los del Nazareno fueron apenas una molestia. Sin necesidad de traer a cuento las victimas de la Inquisición (Giordano Bruno quemado vivo) podemos pensar en las de los sacrificios humanos de todos los tiempos (extracción del corazón aún palpitante entre los aztecas, extirpación de los ojos para ofrecer en vivo la victima a los buitres entre los moches)… De lo cual se concluye que la respuesta a la pregunta formulada arriba no puede ser sino negativa.
Solo puedo ultimar que el paroxismo escarlata de Gibson, sin una base histórica sólida, no deja de ser una obra taquillera que benefició mucho a una mentirosa Iglesia que durante siglos tildó a los judíos de ser los asesinos de Jesús, pero que no tuvo el menor reparo en derramar muchas más sangre que la que el director de “La Pasión” exageró en su violento film.
Lectura complementaria: Jesús de Nazareth: ¿Vivió como lo narra la Biblia?
Volver a la sección Examinando las religiones
Comentarios
Comments powered by Disqus