Cuando un sujeto confiesa ‘soy ateo’ está diciendo ‘no valgo nada’…”

De: Gilberto Chicas del cid
Fecha: Lun, 21 Nov 2011 09:23:43 -0800 (PST)
Asunto: Sobre el ateísmo

Estimados señores de Sin Dioses:

La mayoría de mis amigos son ateos –ateos confesos- porque si la amistad estuviera basada en ideas comunes…. Uno no tendría con quien platicar. He aprendido a tolerar todas las formas de pensar que hay en el mundo y soy consciente de que Dios, por cada día que pasa, tiene menos partidarios. Mis amigos no desaprovechan la menor ocasión para contar chistes sarcásticos sobre las desventuras de Jesucristo y se saben de memoria todos los contrasentidos de la Biblia. Odian la Biblia, la ridiculizan, la contradicen, la denigran, pero en realidad jamás la han leído. Todos alegan que hay libros más originales, más geniales y más interesantes que “esa arbitraria recopilación de leyendas hebreas” y únicamente los acomplejados y los desocupados –dicen- “pierden el tiempo en estas proto lecturas judeocristianas”. Al comienzo yo cometía el error de discutir pero después me conforme con oír y esperar los virajes de la plática. Casi me sé de memoria todos los argumentos de los ateos y, en cierta forma, comprendo su insatisfacción. Ellos dicen que no hay Dios porque hasta hoy nadie posee pruebas contundentes de su existencia. También alegan que es un problema de casualidad histórica, dicen que somos cristianos, musulmanes o budistas dependiendo del patrón cultural que se nos inculque. También se preguntan “el por qué”, si hay Dios, no acude con prontitud a socorrer las graves injusticias del mundo….y finalmente, ellos no comprenden cómo es que los pastores y los sacerdotes llevan una vida floreciente, cresa, en comparación con las terribles calamidades que sufren los creyentes y los feligreses.

Desde luego que no soy la persona indicada para responder este rudo cuestionamiento, pero si puedo –con el respeto de los lectores- compartir mis propias razones por las cuales Dios tiene un espacio privilegiado en mi vida. Antes de que se inventara la escritura, antes de hubiera Biblia, ya los hombres veneraban a Dios. La diferencia esencial entre un animal y un ser humano es su don de venerar: hincarse ante los misterios divinos y honrar todo aquello que es más grande que uno mismo. ¿Volar? Los animales también lo hacen, ¿trabajar? Los animales también lo hacen, ¿jugar? Los animales también lo hacen. Pero ni el primate más inteligente colocaría una vela en un altar. Para mí, un hombre sin Dios es nada. Son personas vacías que no van ni vienen de ninguna parte, son seres bulliciosos que se auto amputaron el alma y van por el mundo esparciendo aburrimiento y su mala leche de sapo inflado. Para mí, cuando un sujeto confiesa “soy ateo” está diciendo “no valgo nada, no soy humilde, soy desleal, no tengo rumbo”. Cierta vez un tipo grito en una fiesta “si Dios existe que hable ahora” y Dios no habló. Un instante después encontré al mismo tipo con el culo al aire, con la cabeza metida en la tasa del servicio, mas borracho que una cuba. Así aprendíque Dios tiene un lenguaje sutil para comunicarse con los que le aman –los sonidos, los olores de las azucenas en las parroquias, los amaneceres, la miel, la poesía –y un lenguaje brutal para aquellos que lo desafían. Para los creyentes, la humildad y el silencio. Para los impíos, el bullicio y la soberbia. Para los piadosos, las misiones y la verdad. Para los ateos, los negocios turbios y los engaños. Para los devotos los violines y las cascadas, para los blasfemos los fusiles y los huracanes. Ni el sabio ni el simple deberían prescindir de Dios, la gente común dice “el tonto ni de Dios goza” y

Albert Einstein afirmaba “jamás pierdas interés en lo sagrado”…

Saludos cordiales.

Gilberto Chicas del Cid

Respuesta

Mis amigos no desaprovechan la menor ocasión para contar chistes sarcásticos sobre las desventuras de Jesucristo y se saben de memoria todos los contrasentidos de la Biblia. [… E]llos no comprenden cómo es que los pastores y los sacerdotes llevan una vida floreciente, cresa, en comparación con las terribles calamidades que sufren los creyentes y los feligreses.

Hasta ahora no le leo nada que no deje de ser rigurosamente cierto.

Desde luego que no soy la persona indicada para responder este rudo cuestionamiento,

¿Rudo? ¡¿Rudo?! La iglesia católica ha tenido dos mil años en los cuales torturar a quienes pensaban distinto, detener el avance del progreso científico, mentir descaradamente sobre enfermedades, pretender imponer arbitrariedades antinaturales como conducta virtuosa (¿celibato sacerdotal?, ¿sexo sólo para procrear? aberraciones enfermizas, que no virtudes), apañar criminales (violadores de niños) y, en suma, crear un mundo peor dando absurdo crédito a la idea de que los conceptos no probados pueden y deben ser verdaderos.

pero si puedo –con el respeto de los lectores-

No mienta. ¿De qué respeto habla? En el hombre de paja que construye más abajo para describir su desprecio a los ateos, no se percibe rastro alguno de respeto. Por cierto, aténgase a las consecuencias.

compartir mis propias razones por las cuales Dios tiene un espacio privilegiado en mi vida. Antes de que se inventara la escritura, antes de hubiera Biblia, ya los hombres veneraban a Dios. La diferencia esencial entre un animal y un ser humano es su don de venerar: hincarse ante los misterios divinos y honrar todo aquello que es más grande que uno mismo. ¿Volar? Los animales también lo hacen, ¿trabajar? Los animales también lo hacen, ¿jugar? Los animales también lo hacen. Pero ni el primate más inteligente colocaría una vela en un altar.

Eso se debe a que, pese a todas las similaridades que compartimos con los primates, los mismos carecen de pensamiento abstracto complejo y del tipo de imaginación que hace falta para inventarse una divinidad. La imaginación es una virtud, desde luego; ponerla al servicio de una divinidad inventada para la cual no hay pruebas, un desperdicio detestable.

Entiendo que argumente lo que argumenta, ya que seguramente como creyente lo han adoctrinado desde su infancia para hacerle creer que la creencia en conceptos indemostrados o indemostrables es una virtud. Se vitupera a Tomás por dudar, cuando era el único que al menos durante un momento manifestó un ápice de sensatez. Luego, por supuesto, fue vuelto a arrastrar al rebaño, pero en el momento en que ejerció la duda, hizo uso del privilegio que la evolución nos ha dado a cada Homo sapiens: pensó y dudó.

Para mí, un hombre sin Dios es nada. Son personas vacías que no van ni vienen de ninguna parte, son seres bulliciosos que se auto amputaron el alma y van por el mundo esparciendo aburrimiento y su mala leche de sapo inflado. Para mí, cuando un sujeto confiesa “soy ateo” está diciendo “no valgo nada, no soy humilde, soy desleal, no tengo rumbo”.

Y para mí los unicornios tienen un talante romántico, les gustan los poemas y los boleros de Armando Manzanero. ¿Qué tiene que ver una opinión arbitraria con la realidad?

Con el mismo ridículo criterio generalizador, yo podría afirmar que “para mí, un hombre que cree en Dios es un imbécil ignorante, un ridículo ilógico capaz de considerar persona digna de salvarse a un cigoto de un centenar de células y al mismo tiempo considerar que hace la obra de Dios asesinando a médicos que practican abortos legales; un defensor del sufrimiento y la infelicidad en la vida terrenal en aras de un mas allá inexistente; una oveja indigna del cerebro que lleva y que sólo es capaz de seguir ciegamente los dictámenes de sus autoridades religiosas; un inconsciente antiecológico que cree que porque su deidad de la Edad de Piedra lo cuida y le garantiza el dominio del mundo, es correcto fomentar la superpoblación oponiéndose a toda forma de anticoncepción”. ¿Le gustó? Es facilísimo armarse un hombre de paja tomando datos de aquí y allá y juntándolos, ¿no? Y sin embargo, Ud. no puede negarme que creyentes de todo el mundo han participado en las actividades y conductas que aquí detallo.

En el caso de la ridícula caricatura de usted, tiene el atrevimiento de hacer definiciones generales a partir de los prejuicios con los que le han lavado el cerebro. Un hombre sin Dios es un hombre que no cree ideas extraordinarias sin las correspondientes evidencias extraordinarias; lo que, para cualquier persona A LA QUE LE INTERESE SI LO QUE CREE ES VERDADERO O NO (usted no es uno de ellos, desde luego), es una virtud, no un defecto. Además, debe ser la clarividencia que le da la fe la que le permite afirmar que TODOS los ateos somos vacíos, que TODOS somos bulliciosos, que TODOS somos aburridos y soberbios.

¿Usted afirma defender la humildad, cuando pertenece a un colectivo que afirma que el creador del universo le presta atención a los seres insignificantes de un planeta perdido en un rincón mínimo del brazo espiral de una galaxia cualquiera? ¿Tiene idea de la inmensidad del universo, y de lo ridículo que es suponer que un ser todopoderoso presta atención a lo que se le ocurre pedir en sus patéticas oraciones a un ser tan insignificante? ¡Eso sí que es una clase notable de soberbia!

Cierta vez un tipo grito en una fiesta “si Dios existe que hable ahora” y Dios no habló. Un instante después encontré al mismo tipo con el culo al aire, con la cabeza metida en la tasa del servicio, mas borracho que una cuba. Así aprendí que Dios tiene un lenguaje sutil para comunicarse con los que le aman –los sonidos, los olores de las azucenas en las parroquias, los amaneceres, la miel, la poesía –y un lenguaje brutal para aquellos que lo desafían. Para los creyentes, la humildad y el silencio. Para los impíos, el bullicio y la soberbia. Para los piadosos, las misiones y la verdad. Para los ateos, los negocios turbios y los engaños. Para los devotos los violines y las cascadas, para los blasfemos los fusiles y los huracanes. Ni el sabio ni el simple deberían prescindir de Dios, la gente común dice “el tonto ni de Dios goza” y Albert Einstein afirmaba “jamás pierdas interés en lo sagrado”

Sospecho que Ud. es un troll, porque nadie que tenga su nivel de vocabulario puede engarzar tantas estupideces juntas y realmente creérselas. ¿De verdad le parece que a esta altura de la soirée puede convencer a alguien con parábolas de cuarto orden? ¿De verdad le parece que el funcionamiento normal del cuerpo (recibir una cantidad excesiva de un líquido tóxico, y luego procurar expulsarlo a toda costa) es un mensaje de su divinidad?

¿De verdad tiene una soberbia tan ingente que de verdad piensa que la capacidad de apreciar la belleza en el mundo natural, la sutileza e intricación de los mecanismos sutiles del universo, nos está vedada a los ateos? Innumerables astrónomos, físicos y biólogos ateos han declarado su fascinación ante los descubrimientos que la ciencia ha hecho en sus respectivas disciplinas, y ese deseo de maravillarse ante lo desconocido por descubrir es lo que los ha impulsado a la ciencia. Que usted, desde su poltrona, se sienta autorizado para vituperar a personas que han aportado al mundo mil veces más que usted y que yo sólo porque no comparten la superstición de usted es de una indignidad tan grande que no me alcanzan las palabras para deplorarla.

¿”Para los ateos, los negocios turbios y los engaños”? ¿El andar moviendo sacerdotes violadores de parroquia o interferir en las causas judiciales que procuran condenarlos era tema de ateos? Yo hubiera creído que había jerárquicos religiosos involucrados.

Dice por ahí “Para los ateos, los negocios turbios y los engaños. Para los devotos los violines y las cascadas, para los blasfemos los fusiles y los huracanes”. La profundísima estupidez de suponer que no hay creyentes involucrados o víctimas de negocios turbios, que los ateos no disfrutamos de la música o los paisajes, o que los creyentes no sufren las consecuencias de guerras y las catástrofes naturales (vaya a decirle eso a los devotísimos haitianos) denotan tal apartamiento de la realidad, que no merecen más que la burla y el desprecio.

La verdad, señor mío, le recomendaría que pase por la salida y entregue el cerebro, porque para el poco uso que le está dando, le aprovecharía mejor a otra persona.

Ah, y por cierto, le agradecería que no tenga el descaro de quejarse del tono de la respuesta. Usted vino a nuestro buzón a contarnos, como si nos interesara, que para usted los ateos somos un tipo de persona despreciable. Si viene a provocarnos a nuestra casa, aguántese la respuesta calladito y en silencio, como dicen que tienen que hacer ustedes los creyentes; ofrezca la otra mejilla y sufra con humildad y paciencia.

Un enfoque menos agresivo seguramente le hubiera resultado en un mensaje igualmente largo pero con otro tono. Pero es que tenemos ese pequeño defectito: no sufrimos bien a los imbéciles.

Marcelo Huerta San Martín
SinDioses.org

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